El Madroño es una finca localizada en Martos (Jaén), se trata de una propiedad de 7 hermanos, 5 mujeres y 2 hombres. Han sido las mujeres las que han tenido mayor protagonismo en el lanzamiento, desarrollo y posterior gestión de todas las actividades realizadas en esta explotación agrícola.
Todas las actividades tienen como base el cultivo de olivar, así como las instalaciones y viviendas asociadas a ella. Estas viviendas vinculadas a las granjas en Andalucía se conocen como cortijos y constituyen un elemento del patrimonio cultural material cuya actualización y puesta al servicio de nuevas actividades multifuncionales suponen una oportunidad para potenciales emprendedores en agroturismo, celebración de eventos, transformación y venta directa.
El Madroño es un ejemplo de cómo una empresa familiar tradicional puede reinventarse a partir de los activos propios de la finca, es un ejemplo de diversificación y emprendimiento en el que la prioridad es el criterio empresarial, y es un ejemplo de gestión integrada familiar de múltiples propietarios, en las que la gestión común conduce a mejores resultados que la gestión individual.
En muchos casos la mujer es más dura y perseverante que los hombres. No debemos autolimitarnos y autocompadecernos; hay que tener objetivos e ir a por ellos con voluntad de conseguirlos.
Tener una buena idea no es suficiente, hace falta además una buena ejecución
Emilia Rojas Montes
46 +
Abogada, funcionaria.
Administradora general.
Carretera Santiago de Calatrava Km 7, 23600, Jaén.
330 Ha.
1990.
A TIEMPO COMPLETO | |
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Miembros de la familia | Otros miembros no familiares |
2 | 4 |
A TIEMPO PARCIAL/DE TEMPORADA | |
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Miembros de la familia | Otros miembros no familiares |
6 | 15 |
MUJERES | |
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Miembros de la familia | Otros miembros no familiares |
5 | 6 |
El Madroño es una empresa familiar que pertenece a 7 hermanos, que adquiere diferentes estructuras legales para sus diferentes actividades. Sus tres ramas de actividad son el campo, que se gestiona de forma conjunta pero la titularidad es individual; la fábrica de aceite, cuyas instalaciones, equipos y actividades asociadas pertenecen y se desarrollan de forma conjunta a través de una Sociedad Anónima; y el cortijo, cuya titularidad y actividades se gestionan también de forma conjunta, pero a través de una comunidad de bienes.
Todo empezó con el padre de Emilia, psiquiatra de profesión. Por entonces el Madroño era una finca que producía aceituna y la transformación se realizaba fuera del cortijo.
Tras su fallecimiento se encargó de la finca su madre, Soledad Montes, que tuvo que hacerse cargo del negocio en un tiempo donde no era habitual encontrar a mujeres liderando grandes fincas. Fue ella la que hizo crecer la propiedad aumentando el número de olivos, mejorando el cortijo y construyendo la fábrica para producir su propio aceite de oliva.
Con posterioridad, la hija de Soledad y hermana de Emilia, Isabel Rojas Montes, fue la precursora de nuevas actividades, quien anticipó la necesidad de diversificar la actividad agrícola y puso su empeño en diseñar, desarrollar y poner en valor el cortijo con la celebración de eventos y bodas (1998).
Ahora Emilia Rojas Montes es la tercera mujer encargada de liderar esta empresa familiar, quien junto a su hijo Ignacio están gestionando esta empresa multifuncional. Ellos están profesionalizando y haciendo crecer la empresa, a la vez que desarrollan nuevas actividades vinculadas a las tres líneas de negocio existentes, como bautizos, comuniones, visitas, catas, espectáculos, servicios de protocolo y decoración, desarrollo de imagen de marca con nuevos envases, logos y nuevos canales de comercialización de un aceite producido bajo los principios de producción integrada.
El cortijo andaluz es una construcción de grandes dimensiones que tenía diversas funcionalidades en el pasado: servía como vivienda a los dueños, vivienda para trabajadores, capilla para la oración, escuela, talleres, carpintería, herrería, almacenes de alimentos y herramientas, alojamientos para ganado, graneros para los animales, patios para la distribución de las actividades y los espacios, así como zonas de esparcimiento y ocio.
En el Madroño, en sus tiempos llegaron a vivir 300 personas, que trabajaban en las distintas tareas que requería una finca de grandes dimensiones como esta. El tiempo, la mecanización y los retos de la agricultura moderna han hecho reducir las necesidades de mano de obra, quedando muchos de estos espacios desprovistos de su utilidad original.
Los dueños del Madroño han sabido identificar el potencial de esta construcción, reestructurando los espacios originales, para dar servicio a nuevas actividades económicas más acordes a los tiempos que vivimos.
Así, la antigua fábrica ahora alberga un museo donde conocer los aspectos culturales vinculados con la tradición de producción del aceite de oliva, donde aprender a degustar y diferenciar los aceites de oliva, a la vez que mantienen una fábrica moderna con la última maquinaria disponible en la que producen y venden aceites de calidad. Los antiguos espacios destinados para los animales, así como los patios para el ocio del personal, se han reconvertido en salones y espacios para la celebración de bodas y eventos en un entorno de gran belleza y tradición.
Una de las principales dificultades que el Madroño tiene que afrontar como empresa de turismo y restauración es la localización. Martos está fuera de cualquier ruta turística, fuera de cualquier oferta estructurada y del interés de los turoperadores. Ello cuestiona la necesidad de desarrollo de un hotel rural, aunque sea un elemento imprescindible para cualquier integración o cooperación con turoperadores.
La gestión de tantas actividades es otra dificultad. Se corre el riesgo de no profesionalizarse en ninguna de las líneas. Por ello es fundamental mantener el orden y una planificación escrupulosa de todo el año. Para ello se desarrolla un calendario de las tres líneas de negocio en paralelo, identificando qué se hace, quién hace las tareas y por cuánto tiempo y qué recursos requiere. Esto permite realizar una boda o gestionar una visita a la vez que se recoge aceituna y se fabrica aceite sin que existan incompatibilidades.
Otro riesgo es la autocomplacencia: hay que ser conscientes que rentas pasadas no garantizan rentas futuras, por ello hay que adelantarse al futuro, hay que ser autocrítico, hay que plantear soluciones antes de que aparezcan los problemas. Introduciendo mejoras, definiendo objetivos ambiciosos y con espíritu de mejora continua se puede avanzar con menos incertidumbres.
Para poder desarrollar tantas actividades también se necesita un equipo multidisciplinar, muy motivado, bien formado, versátil, autónomo y resolutivo. Es muy importantes hacerles partícipes del éxito y que se sientan parte de la empresa. Ese sentido de pertenencia les hace ser muy participativos, aportando ideas y creando un espíritu emprendedor.
Una empresa multidisciplinar tiene que cubrir muchos aspectos burocráticos y de ámbito legal. Cada actividad tiene su propia normativa, lo que obliga a estar al día de los requisitos necesarios. Si además quieres pertenecer a certificaciones como Oleo Tour Jaén (Diputación de Jaén) hay que superar auditorías y estar dispuestos a afrontar procesos largos y complejos.
Afrontar actividades vinculadas al cortijo ha supuesto realizar importantes inversiones para habilitar espacios, para instalar equipos como cocinas, o para el mantenimiento de las instalaciones durante todo el año. Estas inversiones, o las necesarias para poner en marcha las actividades, han sido afrontadas en su mayoría a través de fondos propios. No hay que depender de las subvenciones; si se solicita una subvención es para algo que hace falta. Así aunque la subvención no se conceda, esa inversión se va a realizar igualmente.
El Madroño fue pionero en realizar eventos en un entorno relacionado con el trabajo agrícola, como es el cortijo andaluz; este enclave supone un valor diferencial, sin él ninguna de las actividades se podría desarrollar. El entorno aporta el valor añadido y el valor diferencial respecto a otros competidores. Este aspecto aporta una cierta exclusividad, que es muy bien percibida por clientes, invitados, proveedores e instituciones.
El cortijo, además de posibilitar el desarrollo de multifuncionalidad, es el elemento unificador de la empresa familiar, el que permite una gestión conjunta y el que da sentido a toda la estrategia empresarial. En este sentido, las decisiones son tomadas conjuntamente por todos los siete miembros del comité ejecutivo, 6 mujeres y 1 hombre, que se reúne cada trimestre para valorar el trabajo pasado y plantear soluciones futuras. Esta estructura hace que los procesos de decisión sean más complejos y requieran más tiempo, pero siempre desde una perspectiva empresarial más que personal.
El reto futuro será la transición hacia la siguiente generación, constituida por 28 futuros titulares. Por ello se está formando a un representante de cada familia para que vayan conociendo el negocio y aporten su visión desde otras perspectivas y perfiles profesionales.
Esta empresa ha tenido desde hace mucho tiempo una estructura matriarcal; las tres últimas gestoras han sido mujeres, caracterizadas por ejercer autoridad pero siendo capaces de dejarse aconsejar por aquellos que saben más. Se ha regido por adquirir conocimiento, pero siempre confiando mucho en sus empleados.
Reconocen que la mujer rural en ocasiones se puede autolimitar, por lo que hay que tratar de no ser enemiga de una misma. Para ello, nada de autocompadecerse: hay que definir objetivos e ir a por ellos con voluntad de conseguirlos.
En este sentido las mujeres son más duras, perseverantes, constantes, sacrificadas e imprimen en todo una gran voluntad. Son capaces de gestionar un rol profesional al mismo tiempo que un rol como madres en el hogar.
Está claro que la psicología de hombres y mujeres es diferente; las mujeres se muestran más prácticas, menos fantasiosas, con mayor sentido común, derivado de las decisiones que se toman dentro de la economía familiar. Las mujeres tienen más higiene mental, no le dan importancia a lo que no lo tiene, son capaces de gestionar mejor su orgullo y olvidar desencuentros.
En general las mujeres se muestran más creativas, más versátiles y están mejor dotadas para las relaciones sociales y la gestión del detalle. Habilidades fundamentales en una empresa de gestión de eventos y bodas. La relación mujer-mujer es más sencilla al organizar una celebración tan importante como una boda. Saben manejar mejor las situaciones y redirigir los posibles conflictos.
Es necesario tener un equipo multidisciplinar para encontrar la oportunidad de conciliar la vida personal y familiar. Por ello hay que fomentar el aprendizaje continuo, identificando las necesidades de formación de cada trabajador en relación a su puesto.
Es muy importante en una empresa multifuncional la gestión del tiempo, la organización y la planificación y asignación de recursos para la realización de tareas.
Hay que darse la oportunidad de equivocarse; por ello hay que ser autocríticos y evaluar constantemente los resultados alcanzados. Hay que definir objetivos y redefinirlos en función de la experiencia.
Es fundamental la evaluación económica de todos los aspectos relacionados con la actividad, ser capaces de extraer conocimiento de esa evaluación y saber transmitir los mensajes adaptándolos a quienes van dirigidos. En general las mujeres gestionan mejor la comunicación.
En cualquier caso, es importante fomentar el aprendizaje y recibir asesoramiento sobre aspectos relacionados con la comercialización y el marketing. Es uno de los aspectos fundamentales para el éxito de cualquier emprendimiento multifuncional.