Olea Cosméticos originalmente surgió como una asociación de 7 mujeres de Pegalajar, que decidió elaborar productos de cosmética a base de aceite de oliva. La fuerte financiación necesaria para elaborar así como la necesidad de poder facturar, las llevó a establecerse como sociedad limitada, ya que esta forma societaria era la más sencilla en caso de liquidar la empresa.

Inicialmente tuvieron que afrontar una gran financiación de más de 400.000 euros, lo que obligó a buscar diferentes fuentes de financiación. Contaron con fondos de la UE del programa LEADER, pero adicionalmente necesitaron financiación ajena privada a través de bancos.

Ellas querían liderar la creación de la empresa sin el apoyo de sus maridos, pero el banco del pueblo no quiso conceder préstamo a un grupo de mujeres. Aunque buscaron otro banco con quien trabajar, las limitaciones legales al encontrarse la mayoría sin separación de bienes, obligó a sus maridos a participar en la constitución de los préstamos.

Desde el punto de vista burocrático han encontrado grandes dificultades por la necesidad de registro sanitario, certificaciones y auditorías. Al vivir en una provincia con poca tradición industrial y menos en el sector cosmético, tuvieron que ir a Madrid para asesorarse y conocer de primera mano todos los requisitos normativos y burocráticos que debían cumplimentar. Si no fuera por el apoyo de algunos funcionarios que se volcaron con ellas, hubiera sido imposible desarrollar el proyecto.

Aunque adquirieron conocimiento a través de algunos cursos procedentes de la UE, para especializarse y obtener una formación más profesional tuvieron que desplazarse a otras regiones de España con más tradición en la producción de productos cosméticos.

Tras un principio complejo por las necesidades de financiación empezaron a funcionar con bastante éxito; coincidió con los años antes de la crisis del 2008. Pero a partir de esa fecha las ventas empezaron a ralentizarse. A día de hoy se les plantea necesario desarrollar su actividad comercial más allá de la web, la venta directa y el boca a boca, siendo este uno de los retos más importantes para su futuro próximo.

Aunque ellas fueron pioneras en el sector en Jaén, otras empresas han aprovechado el camino iniciado por ellas. Estos nuevos competidores han sido más agresivos desde el punto de vista comercial; por ello les resulta difícil entrar en algunos canales de distribución manteniendo sus elevados estándares de calidad.

Esta evolución les ha hecho reestructurar sus compras. Antes, cuando había alegría en la demanda mantenían stocks más amplios; ahora se produce en función de la demanda, lo que permite más control de costes y la posibilidad de adaptar la fabricación a las necesidades de los clientes. Además, han extremado las medidas en el control de cobros: ahora sólo dan crédito comercial a los clientes habituales, ya que han aprendido de experiencias pasadas.

Al ser cuatro mujeres rurales, han podido apoyarse mutuamente en muchas áreas de su vida personal y empresarial. Su sociedad les ha permitido apoyarse en la financiación del proyecto, les ha dado apoyo personal en los momentos complicados, les permite flexibilidad horaria para poder atender a sus obligaciones familiares y personales, les permite cubrir amplios horarios de apertura, les permite compartir sus éxitos.

Desde el punto de vista de mercado potencial, un producto natural, ecológico, artesanal, con reconocidos beneficios y con certificaciones, tiene más impacto y reconocimiento en el mercado nacional que en el mercado regional, donde se valoran en mayor medida todos estos aspectos naturales y artesanales vinculados a la tradición y al patrimonio cultural.